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Una biblioteca es memoria, diálogo y luz, un estímulo constante para ejercer la pura alegría de leer. Emilio Lledó.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Cuento ganador del concurso de Navidad

LA NAVIDAD DE CELIA

Hace mucho tiempo, allá por el año 1993, en una pequeña casa a las afueras de un pueblo de Madrid, vivía una niña llamada Celia con sus padres, Carlos y Lisa. Todos los años, la pequeña Celia estaba ansiosa por que llegara la Navidad; menos este año. Al ver la pobreza que había en su casa, perdió todas sus esperanzas. Antes de dormirse decía:
-Quiero una Navidad perfecta como la que tienen todos mis compañeros. Con un regalo bonito me conformo.
El día anterior de Navidad y de que viniera Papá Noel, Celia estaba triste; sus padres seguían pobres y no podían poner árbol de navidad, guirnaldas y tampoco podían hacerle un regalo bonito. Después de cenar se fue a dormir pero, al despertar, se encontró en una habitación mucho más grande que la suya, con un montón de peluches, juguetes... Celia se asustó y se fue en busca de su padre. Al salir de esa habitación tan hermosa y grande, se encontró con una mujer de mediana edad que le dijo:
-¿Dónde va tan alterada, señorita Celia?
Celia apenas contestó. Salió corriendo como una bala en busca de su padre. Cuando lo encontró, estaba tan asustada que apenas se entendía lo que hablaba. Su padre le dijo:
-¿Qué te pasa, Celia?¿Por qué estás tan asustada?
-¿Dónde estamos? ¿Quién es esa mujer?
-Tranquila, esa mujer es Amalia, la criada, y estamos en nuestra casa.
Como Celia no se lo creía, fue en busca de su madre. Cuando la encontró le dijo lo mismo que a su padre.
Celia por fin era feliz. Tenía un cuarto lleno de juguetes y su casa era gigantesca, lujosa. Celia fue corriendo a su habitación a jugar con sus juguetes nuevos pero, aunque tenía muchos, se aburría y se le ocurrió ir a la casa de su amiga Liliana. Al salir de casa se dio cuenta de que todo el mundo la miraba mal. Cuando llegó a casa de Liliana, Celia oyó unos pasos que probablemente eran de su amiga. De pronto vio cómo abrían la puerta y salió su amiga, que le dijo:
-Márchate. Mi madre no me deja juntarme contigo.
Celia, entristecida, volvió a casa en busca de su madre para contarle lo ocurrido. Cuando se lo contó, su madre le dijo:
-Celia, cariño, no es bueno que salgas a la calle. La gente nos desprecia y nos mira mal desde que somos ricos Por eso la madre de Liliana no la dejó jugar contigo.
Celia lo comprendió todo y se fue, de nuevo triste, hasta su cuarto. Esa noche como todas, Celia volvió a hablar con Dios y le dijo:
-Aunque estoy contenta por no ser pobre, prefiero mi vida de antes. Esa en la que, aunque era pobre, tenía amigos.
Dicho esto se fue a dormir y cuando se despertó, estaba en su habitación antigua. Celia salió corriendo hacia el comedor, donde se encontró un regalo pequeñito. ¡Era una muñeca preciosa que llevaba un vestidito! Después de haber estado jugando con la muñeca, buscó a sus padres, con quienes celebró la Navidad. ¡Ah! Y con su nueva muñeca, a la que llamó Lola.
Esa noche, como siempre, volvió a hablar con Dios, pero esta vez le dijo:
-Ahora sí que estoy contenta, porque he comprendido que prefiero una navidad pobre y con amigos, a ser rica y no tener a nadie con quien jugar.

Claudia Alcalá Chacón 1º A 

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