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Una biblioteca es memoria, diálogo y luz, un estímulo constante para ejercer la pura alegría de leer. Emilio Lledó.

miércoles, 18 de enero de 2017

Concurso "Cuento de Navidad"

Cuentos ganadores del concurso "Cuento de Navidad" organizado por el Departamento de Lengua y Literatura.





COMPROMISO DE NAVIDAD

Era 16 de diciembre, solo quedaban unos días para Nochebuena y cómo no… para la entrega de notas.

Raúl estaba nervioso, pensaba en las vacaciones que le esperaban; cena con la familia, reuniones de amigos y los deseados regalos, aunque había algo en su interior que le decía que no todo sería tan idílico y divertido.

El trimestre había sido duro, había trabajado pero quizás no tanto como cabría esperar.
-¡Bueno!, -pensó él-, quizá no haya hecho lo suficiente pero tal vez con un poco de suerte…

Un día, durante el almuerzo, hablando con su padre, comentaron un plan de estudio en el caso de que sus notas no fueran buenas.
- ¿Cómo? ¿que tendré que estudiar?, ni pensarlo -dijo él con genio y enfado.

- Debe ser así, Raúl, -dijo su padre con autoridad.

- Yo he estudiado y ahora quiero mis regalos y mi descanso en Navidad.

Sus padres preocupados no paraban de hablar entre ellos:

- Teníamos que haber sido más duros con él.

Mientras Raúl ya imaginaba su Navidad, castigado, sin fiestas con los amigos y estudia que te estudia.

Un día, viendo que Raúl estaba triste, enfadado y preocupado, sus padres le pusieron un plan, un compromiso:

- Todo puede arreglarse, nada es irreparable, Raúl. Solo es necesario trabajo, disciplina y buena voluntad, -le dijo su madre.

Sin esperar al día de las notas, Raúl reaccionó y pensó que sus padres tenían razón, puede que no hubiese estudiado lo suficiente, pero la magia de la Navidad despertó en él el interés que unos meses atrás no había tenido, excusándose y postergando siempre sus tareas.

El día de Nochebuena, Raúl le prometió a sus padres trabajar y no dejar nada para el último momento, así ellos estarían orgullosos de él. Tuvo regalos, fiesta y mucha diversión pero el mejor regalo fue la lección aprendida.

¿Que cuáles fueron sus notas? Nunca lo sabremos, desde esa Navidad nada fue igual para Raúl, su vida cambió, atrás quedó el Espíritu de las Navidades pasadas y el Espíritu de las Navidades presentes se instaló para siempre en su vida.

Fin

Rafael Antonio Fernández Acero 2ºA


 
 
UN VIAJE DE CUENTO

Érase una vez una niña llamada Marina, de 12 años. Vivía en una casa enorme, con sus padres, en el pueblo de Moriles.

Eran unas frías navidades y ella se encontraba en su habitación leyendo un libro: La isla del tesoro. Faltaban pocos días para Reyes y su madre, ansiosa por saber qué quería, le dijo:

-Hija, ¿qué quieres para estas navidades?
-Mamá, no quiero nada; no me hace falta nada. Lo único que me gustaría es que el dinero de mi aguinaldo lo dones a los pobres niños del orfanato.

La madre, con extrañeza, respondió:

-¿De verdad que no quieres nada? ¿Ni un libro para leer?
-De verdad, mamá; no necesito nada.

El día de Reyes llegó y, como bien dijo Marina, todo su dinero del aguinaldo fue para el orfanato. Pero su madre no quería que su hija pasara las navidades sin ningún regalo; así que finalmente le compró un gran libro sobre la historia de la Navidad.

El libro llamó mucho la atención de Marina; era muy largo, de unas 500 páginas y tenía una gran portada plateada con un niño en el centro.
 
Enseguida y, muy contenta, se fue para su habitación a leerlo. Se titulaba “Gran viaje” y hablaba de un chico llamado Carlos, alto y moreno, que en unas navidades decidió, junto con sus padres y sus tíos, visitar nuevos lugares, entre ellos las pirámides de Egipto.

De repente, Marina apareció en lo más alto de una de las pirámides y, muy sorprendida, siguió leyendo algo sobre una visita a la selva del Amazonas cuando… ¡allí apareció!, en medio de la selva, sola y muerta de miedo.

En ese momento, un gorila la vio y ella, muy asustada, salió corriendo sin parar. El gorila la siguió hasta que Marina, agotada, ya no pudo correr más. Pero entonces cayó en un gran agujero que era un viejo laberinto subterráneo que los indígenas usaban para cruzar de lado a lado la isla. Perdida en ese gran laberinto, tras casi dos horas, y sin apenas aire fresco, pudo encontrar la salida. Desesperada, se puso a escalar un árbol para que los animales no la atacasen.
 
Abrió el libro y leyó que tras este viaje nadie de la familia de Carlos decidía el lugar de las siguientes vacaciones. Así que optaron por pasar tres días de Navidad en casa, pensando en otro destino.

De esta forma, Marina apareció en su cuarto. Muy contenta por haber regresado y a la vez confusa, decidió no leer más ese libro. Cenó con su familia tranquilamente sin contar nada de lo sucedido a nadie, y se fue a la cama.

Al día siguiente, como de costumbre, partió temprano camino a la escuela. Pero ya no podía guardar más su secreto y decidió contarlo a su mejor amiga, Rosa. Pero esta no lo creía y quería ir a casa de Marina para que le mostrara ese libro mágico. Comieron juntas y llegaron sobre las cinco a casa de Marina. Las dos comenzaron a leer el libro, que esta vez trasladó a las chicas a la Gran Muralla China.

Al principio, Rosa no se lo creía. ¡Incluso se pellizcó en la mejilla para saber si estaba soñando! Pero no, todo aquello era real. Se quedó quieta, pálida durante unos segundos y después miró a su amiga. Empezaron a reír a carcajadas.

Más tarde, tras horas caminando por aquella enorme muralla, decidieron volver y leer de nuevo el párrafo donde se decía lo de los tres días en casa. Cuando aparecieron de nuevo en su habitación, Rosa le dijo a Marina que se lo contara a sus padres; pero Marina se negó a hacerlo.

Rosa volvió a su casa y Marina consultó su reloj… ¡solo habían pasado treinta minutos! Sin embargo, ella juraría que en la Gran Muralla habían transcurrido bastantes horas. Era algo muy extraño.

Marina, sospechando el gran mal que podría hacer el libro, prefirió deshacerse de él y seguir con sus libros comunes que, igualmente la trasportaban a otros mundos, pero sin peligros. Así que en un momento de soledad, sin sus padres en casa, bajó al salón y allí, en la enorme chimenea de piedra, dejó prender el libro entre los troncos ardientes.

Las cenizas quedarían allí para siempre como un suave recuerdo de todos aquellos lugares que visitó. Nadie más sabría que había estado allí.

Fin

Carmen Belén Fernández Luque 1ºB
 


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