La Bella Durmiente por la Abuelita O'Grimms
- ¿Estás dormida, amor?
- ¿Estás dormida?
- ¿Amor?
- ¿Estás dormida?
- Creo que alguien está preparando su cuento para ir a dormir.
- ¿Qué tal tu historia favorita?
- La Bella Durmiente.
- ¿Dónde está?, déjame ver.
- Había una vez, en un reino muy lejano, una princesa nació.
- Y era muy hermosa, así que la llamaron Bella.
- Bella era realmente muy hermosa.
- Igual que tú, cariño.
- ¡Pero!...
- Pronto aprendería... que tratándose de las dificultades de esta vida la belleza no va a llevarte demasiado lejos... lejos... lejos.
- De todas formas... Pronto, llegó el día de su bautismo y todos en el reino se reunieron para esa alegre ocasión.
- Incluso las adorables bellas hadas del bosque que pronto sería las bellas y glamurosas madrinas.
- ¡Oh, sí! Todos fueron invitados al bautizo.
- Absolutamente todos, excepto, tal vez, la única persona... que le hubiera encantado ir.
- Sabes quién era, ¿no?
- Te lo diré.
- Era el hada anciana.
- Y ¿sabes por qué nadie invitó al hada anciana?
- Te lo diré.
- Porque era vieja y decrépita.
- Y resultaba inútil a los ojos de las hadas más jóvenes y excitantes, que aún tienen su tono muscular.
- Probablemente decían: "No invitemos a la apestosa anciana".
- "Huele a sábanas sucias... y solo habla de su rodilla mala. Es tan vieja que seguro se dormirá después de diez minutos".
- "Por qué nos importaría alguien que pasó su vida trabajando a favor de esta comunidad".
- Entonces, el hada anciana se sintió un poco... rechazada... dejada de lado.
- Entonces, decidió que les mostraría a esas personas una cosa o dos sobre como se siente sentirse vieja y con sueño todo el tiempo.
- Primero, los sorprendió apareciendo en medio de su superfiesta en una enorme nube verde de humo tóxico.
- Claro, todos tenían excusas de por qué no la habían invitado.
- "Pensé que no querrías salir, por los problemas de tu rodilla", dijo la reina.
- "Pensé que habías muerto meses atrás", dijo una de las estúpidas hadas jóvenes.
- ¿Piensas que el hada anciana siendo vieja y sabia era capaz de... perdonarles?
- ¡No seas ridícula!
- Claro que no lo iba a hacer.
- Caminó hasta la cuna de una manera amenazante, y se rió un largo rato.
- ¡Fue más largo que eso!
- Mírense, ¿no son geniales? Con su piel suave y sus eventos sociales, bailando sobre sus piernas que sirven.
- Me dan asco.
- Me miran, y me ven tan vieja y repugnante.
- Bueno, aprendí una o dos cosas en mis buenas épocas.
- Pues tomen esto.
- Y así, puso una terrible maldición en la fiesta, por la que cada uno de ellos moriría en el instante en que se quedaran dormidos.
- Bien, amor.
- Eso es todo por esta noche.
- Duerme bien.
- Ya te veré por la mañana.
- Con la ayuda de dios.
Si alguna vez se quedan dormidos... morirán... morirán... muertos, muertos, muertos, muertos.
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