Calabazas, golosinas, disfraces... ¿Truco o trato? Estas son las cosas que nos vienen a la cabeza cuando se acerca el 1 de noviembre. Halloween y sus fantasmas están invadiendo nuestra cultura y dejando a un lado nuestras verdaderas tradiciones.
En nuestro país, y también en México, es costumbre visitar y adecentar las tumbas de los difuntos. Los cementerios se embellecen con flores y velas para honrar la memoria de nuestros seres queridos.
Muy cerca de nosotros, los cementerios de Iznájar y Monturque nos dejan estampas tan bonitas como estas:
Muy cerca de nosotros, los cementerios de Iznájar y Monturque nos dejan estampas tan bonitas como estas:
También es tiempo de gachas y huesos de santo. Para nosotros es especialmente tradicional el plato de gachas, cuya receta varía de unos hogares a otros.
Otra tradición muy nuestra es la representación de Don Juan Tenorio, de José Zorrilla. La costumbre de representar esta obra viene del siglo XIX y se debe a que los muertos tienen un papel destacado en la resolución de la trama.
La acción de Don Juan Tenorio se sitúa en la Sevilla del 1545, durante
el reinado de Carlos V. Don Juan Tenorio ha ganado una apuesta a Don
Luis Mejía para saber quién obraría peor durante un año. Don Luis, no
satisfecho con el resultado, vuelve a retar al protagonista,
proponiéndole seducir a una novicia sin confesar. Será Doña Inés, de
quien, imprevisiblemente, Don Juan se enamorará con locura.
D. Juan:
Cálmate, pues, vida mía;
reposa aquí, y un momento
olvida de tu convento
la triste cárcel sombría.
¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando el día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
[...]
¡Oh! sí, bellísima Inés,
espejo y luz de mis ojos;
escucharme sin enojos
como lo haces, amor es;
mira aquí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.
Don Juan Tenorio de José Zorrilla
El monte de las ánimas (Gustavo Adolfo Bécquer)
El gato negro (Allan Poe)
Estos libros puedes, además, encontrarlos en nuestra bibloteca.
Por último, vamos a mencionar la curiosa costumbre que tienen los mexicanos de dedicar "calaveritas". Se trata de poemas cómicos o satíricos, donde se narra como la muerte llega a por una persona. En el trascurso del poema se cuenta de qué manera la persona a quien le dedicas el poema trata de esquivar la muerte ofreciéndole alguna cosa a cambio. En estas composiciones la muerte no aparece nombrada como tal, sino que se le llama "la flaca", "la fría"... Aquí tenéis una pequeña muestra:
La Fría Parca buscaba
pero no lograba encontrar
a la atareada muchachona
administradora del lugar [...]
Narán le regaló un ajuar
a la Fría huesuda
ya que por no seguirla
tuvo que pagar factura. [...]
Ya llegó el dos de noviembre,
Todos listos habrá que estar.
La huesuda con alambre
A toditos nos va a llevar.
Los maestros de la trece,
Todos trabajando están
Oyen gritos que estremecen:
¡Pobrecitos ellos perecerán!
Sabemos que el educar
Es intercambiar saber
Y así universalizar
El enseñar a aprender. [...]
El “ticher” Carlos dijo:
-Es mi turno calaveras,
Resuélvanme el acertijo,
¡con gusto me iré de veras!
Analizando los cuentos,
El profe Adán explicaba.
Vio a sus alumnos contentos…
¡la muerte se lo cargaba!
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